Existen varias hipótesis acerca de la génesis de las fiestas rave, sin embargo, la versión más acabada indica que surgieron en 1987 en Inglaterra durante el llamado ‘Segundo Verano del Amor’. Uno de los primeros registros que se tiene de un rave es la fiesta Sunrise, realizada el 27 de octubre de ese mismo año a las afueras de Londres en un centro ecuestre, organizada por Tony Colston, quien al poco tiempo se convertiría en figura clave de la escena electrónica británica.
Los raves rápidamente se expandieron por el mundo: a principios de los años 90s había fiestas lo mismo en Berlín, que en Ibiza, Los Ángeles, Ciudad de México, Buenos Aires, Guadalajara, San Diego, Paris, Detroit y Tijuana, entre muchas otras ciudades.
Los raves son considerados un parteaguas por varias razones: porque su duración se puede prolongar por lo menos unas 10 horas, incluso días; la música que suena es electrónica bailable, mezclada por DJs o ejecutada por live acts; las locaciones en donde acostumbran organizarse son un atractivo extra, ya que suelen recurrir a espacios abandonados como fabricas y bodegas, montañas, bosques, playas, zonas prehispánicas y selvas; por lo regular impera una atmosfera de hermandad que retoma como eje rector al PLUR, siglas que significan Paz, Libertad, Unión y Respeto, frase adjudicada al DJ neoyorquino Frankie Bones, luego de que este tomara el micrófono para detener una pelea en una de sus fiestas Storm Rave en 1989. Dichos elementos configuran la celebración electrónica, sin embargo, hay uno extra: el Manifiesto Rave, texto que apareció de forma anónima a mediados de los 90s en un foro de USENET.
Según la Wikipedia, un manifiesto es “una declaración pública de principios e intenciones, a menudo de naturaleza política o artística. En otros términos, el manifiesto consiste en una pieza documental mediante la cual se dan a conocer diversas ideas o problemas de un modo intenso o concluyente”. En ese sentido que plantea la enciclopedia electrónica, el Manifiesto Raver da a conocer al mundo el significado de la fiesta; los principios que la rigen; el uso de la tecnología y de la información como armas de defensa para combatir la ignorancia; la necesidad de romper con la alienación sistémica; entre otros postulados.
Hoy, después de poco más de tres décadas de que apareció dicho texto, bien vale la pena retomarlo y replantearnos cuál es y cómo será el rumbo de las fiestas rave a futuro, luego de que la humanidad vuelva a la ‘normalidad’, al terminar la pesadilla pandémica.
Aquí reproducimos completa la versión en español:
Manifiesto Rave
Nuestro estado emocional es éxtasis, nuestro alimento es el amor, nuestra adicción la tecnología, nuestra religión la música. Nuestra opción para el futuro es el conocimiento y para nosotros la política no existe.
Nuestra opción social es la utopía . . . Aún cuando sabemos que no existirá. Pueden odiarnos o mal entendernos, pueden ser indiferentes a nuestra existencia. Solo esperamos que no se nos juzgue pues nosotros nunca les juzgaremos.
No somos criminales. No somos drogadictos. No estamos desilusionados. No somos niños ingenuos. Somos una entidad masiva, una aldea tribal, global, que supera cualquier ley establecida por el hombre, así como la geografía y el tiempo sí mismo. Somos masivos. Somos uno solo.
Estamos formados del sonido mismo. del golpe lejano, estruendoso y distorsionado por el viento que es como el latir del corazón materno que da calma en el vientre, de concreto, de acero y cableado. Y allí, en su lecho cálido y húmedo, en la completa oscuridad, aceptamos que somos todos iguales. No solamente ante la oscuridad y ante nosotros mismos, sino ante la música que se cierra de golpe en nosotros y que atraviesa nuestras almas: todos somos iguales y en algún lugar entre los 35Hz logramos sentir la mano de dios a nuestras espaldas, alentándonos, empujándonos a consolidar nuestras mentes, nuestros cuerpos, y nuestros espíritus.
Guiándonos a voltear para juntar las manos con nuestros hermanos y elevarlas, compartiendo la alegría incontrolable que sentimos al crear esta burbuja mágica que puede al menos por una noche protegernos de los horrores, los atrocidades y la contaminación del mundo exterior. Y es en este mismísimo instante que cada uno de nosotros nace en verdad.
Nos congregamos en almacenes o edificios abandonados que la sociedad ha desechado y les damos vida por solo una noche. La llenamos con un palpitar vibrante, fuerte y lleno de vida en su forma más pura y más intensa, y en estos espacios intentamos liberar la incertidumbre hacia el futuro que no han podido estabilizar y asegurar para el resto de nosotros. Intentamos hacer a un lado las inhibiciones, liberarnos de los tabúes y las trabas puestas por ustedes para acallar su conciencia y encontrar en ello paz.
Intentamos sobrescribir la programación establecida, con la cual han intentado adoctrinarnos desde el momento mismo en que nacimos. La programación que nos enseño a odiar, que nos enseña a juzgar, que dice que hay que retroceder y esconderse en el agujero más cercano y más conveniente. Esa programación que inclusive nos dice como subir escaleras, saltar a través de aros, correr en laberintos y andar como el hámster sobre la rueda. La programación que nos da de comer en la cuchara de brillante plata con la que intentan alimentarnos en vez de hacerlo con nuestras propias manos. La programación que nos hace cerrar nuestras mentes, en vez de abrirlas por completo.
Hasta que el sol se levante ante nuestros ojos, revelando la realidad del mundo que han creado, bailamos ferozmente con nuestros hermanos y hermanas celebrando nuestra vida, nuestra cultura, y los valores en los que creemos Paz, Amor, Libertad, Tolerancia, Unidad, Armonía, Expresión, Responsabilidad y Respeto.
Nuestro enemigo es la ignorancia. Nuestra arma la información. Nuestro crimen es romper y desafiar cualquier ley que intente detener nuestra celebración de existencia. Así que sepan que tal vez puedan cerrar una fiesta en cualquier noche en alguna ciudad en cualquier país o continente de este hermoso planeta, más nunca podrán cerrar la celebración entera. Pues no tienen ese poder, la música nunca parará. La voluntad y el latido de este corazón nunca se desmoronara. La fiesta nunca terminará.
Soy un raver, y éste es mi manifiesto.